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1. Castillo de Mirabel

Castillo de Mirabel

Durante décadas cayó en el olvido y se convirtió en unas ruinas apartadas que poca gente visitaba. Sin embargo, en los últimos tiempos, el Castillo de Mirabel (o lo que queda de él) se ha convertido en uno de los atractivos de esta zona de la Reserva de la Biosfera de Monfragüe. Situado sobre una loma de la sierra, se encuentra la imponente fortaleza defensiva del castillo que ofrece unas maravillosas vistas de la ribera del Tajo que se extienden a sus pies.

El primer Marqués de Mirabel, que fue amigo personal de Felipe II y Comendador de la Órden de Alcántara, remodeló una antigua fortificación de la época de Alfonso VIII para convertirla en su residencia, construyendo aljibes, almacenes y nuevas estancias y mejorando las murallas y torres. 

Poco queda hoy de aquél gran castillo a parte de una gran cámara con bóveda de cañón, y parte de los muros. Aún así, es una parada obligada en esta parte de la reserva porque desde su mirador pueden verse unas maravillosas vistas de la dehesa y las sierras que rodean el Tajo.

Motivos para descubrirlo

Es un lugar estupendo para ver las estrellas. Su ubicación en un alto y la casi inexistente contaminación lumínica de los alrededores nos ofrecen un lugar mágico para descubrir un cielo que ya pocas personas pueden ver.

¿Cuándo?

Cualquier época del año es buena para disfrutar de las vistas desde el Castillo pero la primavera y el otoño nos muestran la cara más bonita de la dehesa.

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